Disfrazado de la complicidad cotidiana que creemos que nos define como hombres, la violencia del lenguaje de nuestra intimidad patriarcal y dominante, no es capaz siquiera de ver la misoginia que le envuelve.
¿Cuántas Galerías Callejeras podremos montar? Todas las que sean necesarias. ¡Hay conocimiento y capacidad para lograrlo!
¿Qué pasa, sin embargo, cuando las líneas entre lo legal o lo ilegal terminan borrando la definición de criminal?
Quizá esta situación nos obligue a pensar en cómo fuimos educadas muchas de nosotras, y en cuándo vale la pena hacer una intervención más visible en el espacio público.
Aunque los salarios mexicanos pueden percibirse como bajos, esto no es consecuencia del salario mínimo, sino porque desafortunadamente somos poco productivos.
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