Gracias por permitirnos sacar con tristeza lo que teníamos guardado dentro, por el último regalo que nos diste.
De inmediato se puso frente al espejo del baño, se agarró la oreja y se la empezó a girar toda para atrás.
Tenía muchas palabras adentro, y las quería decir todas, ella no podía dejar de decir las palabras que tenía adentro.
Somos como luciérnagas, andamos volando en lo oscuro y de vez en cuando prendemos nuestra luz interior.
El mundo también está repleto de ellos, de quienes viven pero callan. El mundo tiene un silencio tan lindo que se deja oír más que las palabras.
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