El yo duplicado: el doble y el doppelgänger en el cine
José Luis Díaz Gómez
94 opiniones • veces leído

La pantalla obra como un espejo pues lo que allí se mira es el duplicado de una realidad que rezuma a través del vidrio o de la tela.

Imagen: Netflix.
Imagen: Netflix.

Lectura: ( Palabras)

El cine copia a la vida de manera más cercana a la experiencia que la pintura o la literatura, pues, si bien estas artes elaboran y proporcionan mundos paralelos, la primera al fijar una escena o figura en el tiempo y la segunda al relatar una historia ficticia que necesita ser imaginada; el cine logra ambos cometidos a la vez. En la proyección y contemplación de una película, la pantalla obra como un espejo pues lo que allí se mira es el duplicado de una realidad que rezuma a través del vidrio o de la tela. Edgar Morin afirmaría que el cine es una fábrica de dobles espectrales, no sólo de humanos vivientes, sino de las demás cosas que han sido capturadas en película y que adquieren una vida sustituta y fantasmal como proyecciones en una pantalla. Por su parte, bajo el hipnótico trance de suspender la credibilidad, el espectador tiene una vivencia doble: el saber que ve una película y al mismo tiempo vivir lo que se representa en ella. El espectador de cine redime plenamente esas proyecciones en su conciencia y para mayor demostración bastará preguntarle si en su adolescencia o más adelante, no se ha prendado de la imagen de alguna estrella o astro cinematográfico. Confieso que a mediados del siglo fui seducido por apariciones encantadoras de Audrey Hepburn que escudriñé en pantallas de cines ya derruidos.

kagemusha
La primera escena de “Kagemusha” (Kurosawa, 1980) presenta a tres personajes idénticos (fotografía tomada de: Taste of Cinema).

Dadas estas características, no sorprende que el cine haya estado infectado de origen por el tema del doble y que hayan surgido varios tipos de historias al respecto: (1) sujetos que son idénticos a reyes, políticos y jefes de estado, que son utilizados para suplantarlos (ejemplos: Kagemusha de Kurosawa en 1980; Dave de Ivan Reitman en 1993); (2) gemelos idénticos que no logran diferenciarse y alguno hace cosas lamentables (El espejo oscuro de Robert Siodmak en 1946; La otra, de Roberto Gavaldón en 1946; Dead ringers de David Cronenberg en 1988); (3) extraterrestres que sin necesidad de conquistar la tierra de manera violenta y costosa,  invaden el cuerpo de buenas personas y las suplantan (cinco versiones de The body snatchers); (4) avatares virtuales que se desempeñan en una realidad que deja de ser por completo real al estar invadida por una imitación, un duplicado, una copia fotostática de la persona (Avatar de James Cameron en 2009). Tampoco sería sorprendente si el progreso de los efectos especiales en el cine se relatara en términos de las técnicas de montaje usadas para lograr que el actor o actriz se encuentre con su doble en la misma escena, lo cual ha llegado a ser impecable con las tecnologías digitales. Por ejemplo, en la divertida comedia Multiplicity (Harold Ramis, 1996), el protagonista (Michael Keaton) se hace de varios clones que en una escena de antología tecnológica discuten y deambulan unos delante de otros.

la otra doble
Cartel y fotogramas de “La Otra” (1947) de Roberto Gavaldón, donde Dolores del Río hace los papeles de la sustitución de una gemela por otra (tomado de: Alegato Revista).

Además de estas historias, el tema del doble ha dado lugar a varias obras maestras del cine que, por su difícil y oscuro planteamiento, se han prestado a múltiples interpretaciones. Refiero algunas de las más memorables. En Persona (1966) de Ingmar Bergman, una actriz que ha quedado muda y su enfermera, parecidas físicamente pero de diferente personalidad, conviven en una cabaña aislada hasta fundirse en un solo rostro. En Ese obscuro objeto del deseo (1977), la última película de Luis Buñuel, la protagonista Conchita, obsesión de un maduro, elegante y obsesionado caballero (Fernando Rey), está interpretada por dos actrices que encarnan personajes dispares: una carnal y ardiente, la otra distante y fría. En La doble vida de Verónica (1991) de Krzysztof Kieslowsky, dos mujeres del mismo nombre en Berlín y Varsovia tienen una vida conectada de manera inexplicable de tal forma que cuando muere una de ellas, la otra cae en una desintegración irreversible. En Enemy o el hombre duplicado (2014) de Denis Villeneuve, basada en la novela de José Saramago, un reservado profesor de historia encuentra a un impulsivo actor que es idéntico a él hasta el punto de tener las mismas cicatrices. Sus vidas se engarzan y confunden hasta terminar en una pelea en apariencia mortal. En el curso de la película acechan pavorosas tarántulas.

Carteles de Persona
Carteles de Persona (1966) de Ingmar Bergman (tomado de: Rock the best Music).

Vértigo o De entre los muertos (Hitchcock, 1958) me provoca un comentario más detallado, pues ha sido considerada la mejor película de todos los tiempos por varios críticos y publicaciones especializadas y presenta la falsa y repetida duplicidad de una mujer. (Advertencia: spoiler) El policía retirado John “Scottie” Ferguson (James Stewart) padece de acrofobia y vértigo luego de que un compañero suyo muriera para salvarlo durante una persecución. Scottie vigila de lejos a Madeleine (Kim Novak) por contrato de su marido. Ella es una rubia hermosa, elegante y misteriosa quien al parecer se identifica con su bisabuela Carlota Valdés, retratada en un cuadro del museo que frecuenta. Se revela que Carlota fuera rechazada por su marido, quien le arrebató a su hijo pequeño, lo cual la llevó al suicidio. Scottie se obsesiona con la remota Madeleine y cuando ella trata de suicidarse arrojándose a mar, la salva y la lleva a su casa. Scottie y Madeleine viven un idilio apasionado, pero cuando visitan la misión donde aconteció el suicidio de Carlota, Madeleine sube al campanario y se arroja al vacío ante la impotencia de Scottie, quien no puede salvarla por vértigo. El protagonista se hunde en la desesperación, pero, pasado un tiempo, por la calle divisa a una mujer de rasgos muy parecidos a Madeleine pero de pelo obscuro y actitud diligente. Se trata de Judy, una empleada con ambiciones de mejor vida que se deja conquistar y va aceptando con reservas las exigencias de un febril Scottie para transformarla en el doble exacto de Madeleine. Atosigada por el engaño y la culpa, Judy revela que aceptó suplantar a Madeleine por un pago del marido para encubrir el asesinato de su verdadera esposa, cuyo cadáver arrojó del campanario. Scottie lleva a Judy a la siniestra misión para librarse de su vértigo y su fantasma, pero ella cae al vacío cuando aparece la sombra de una monja en el campanario.

doble vertigo
Fotografía publicitaria de la película Vértigo (1958) de Hitchcock con James Stewart y Kim Novak, quien hace un papel doble (tomada de Cine Didyme-Dome).

Conforme avanza, la trama se torna en un mosaico de duplicaciones y despersonalizaciones: Madeleine está poseída por una muerta, pero no es real puesto que Judy renunció a su identidad para representarla, y luego Judy vuelve a renunciar a ella para satisfacer el deseo de Scottie. Cabe anotar que el actor James Stewart funge como alter ego de Alfred Hitchcock en esta película donde se vuelcan las obsesiones del director por mujeres rubias y enigmáticas, como las actrices que solía asediar durante los rodajes.

La recurrencia del tema del doble en la literatura y en el cine debe responder a tendencias de la mente y la autoconciencia. La aparición de los términos doble y doppelgänger en las artes surgieron en la obra del pensador romántico alemán Jean Paul Richter, quien abordó el tema en referencia a las ideas filosóficas sobre el yo de Fichte. El saber de seres idénticos a uno implica la pérdida de identidad como ser único y diferente, y de la originalidad que significa ser yo. Pero también se puede plantear si en la fascinación del doble interviene una pulsión de signo contrario: el deseo de ser otro, de rebasar la realidad que nos aprisiona. El psicoanalista Otto Rank refirió una película muda heredera del romanticismo alemán, El estudiante de Praga de 1913, en la cual el protagonista es asediado y acechado por un destructivo doble, para proponer que el doble genera angustia y terror porque muestra a un yo oculto que pone de manifiesto elementos inconscientes de índole negativa. Esta idea está emparentada con la del arquetipo de “La Sombra” para Jung, una personificación de todo aquello que el sujeto consciente rechaza y desconoce de sí mismo. Ahora bien, cuando la sombra se plasma en la literatura o en el cine, no es precisamente un doble exacto: el señor Hyde dista de parecerse al doctor Jekyll y el retrato de Dorian Gray se aleja cada vez más del guapo original. En “la vida real” se han documentado casos de dobles idénticos en apariencia y sin relación genética inmediata, es decir, de verdaderos doppelgängers, pero que tienen diferentes personalidades.


También te puede interesar: Anatomía del éxtasis; el yo fuera de sí y la mística.

Más columnas del autor:
Todas las columnas Columnas de

Deja un comentario

Lo que opinan nuestros lectores a la fecha